viernes, 5 de junio de 2009

Matarraña, "octavio" Aniversario

Y ya van ocho.
Aunque está vez no sé si se adelantó o fue la del año pasado la que se retrasó un pelo, pero bueno, ocho años de la fundación del club del Mini dan para mucho y este año no podía ser menos así que tuvimos una nueva excursión de fin de semana por las tierras turolenses, por la comarca del Matarraña.

Patrocinados, cómo no, por "sí, sí, sí...¡Silvio!" nos pusimos en marcha rumbo a Peñarroya de Tastavins.
Cartel conmemorativo de la excurisón con la publicidad de nuestro patrocinador "sí, sí, sí...¡Silvio!"

De momento ningún problema con el Mini, lleva sus 35 años casi mejor que yo mis 30, es más de hecho aún no necesita "Tena Lady" como algún otro que tiene "pérdidas leves" de gasolina o pérdidas graves por el manguito de la calefacción (una pena no tener fotos, pero todo se andará, algún alma caritativa nos las cederá) es lo que tienen los descapotables que "pillan frío y se resfrían".
Eso sí el pobrecico Mini sufre en los puertos y rampas, ya os he dicho que está mayor, pero bueno, aún le da para subir lento, bastante lento, pero sube y con tres personas a bordo y equipaje, no está mal. El día que tenga dinero ya le meteré combustible para aviones y seguro que tira más pero de momento a aguantar con lo que hay.
La plaza de Peñarroya, nuestro primer destino.

Al llegar a Peñarroya mi padre se contiene, no le tiene pillado demasiado bien el tranquillo a la bocina "coche antiguo" y no quiere armar mucho jaleo pero hay que anunciar nuestra llegada al pueblo que 13 Minis no se ven todos los días, es su primera excursión, al menos dentro del Mini y no está acostumbrado, pero ya se irá aficionando, si no que le pregunten a mi madre que ya tiene experiencia y tiene dominada la bocina.
Expectación creada por nuestra llegada a la plaza: una persona en el balcón, lo dicho hay que tocar más la bocina.

Después de la visita guiada por la localidad y de un vermú de esos rápidos, mu rápidos servidos por la Giocconda (la camarera tenía una sonrisa enigmática, de hecho aún nos preguntamos si realmente sonreía). Tocaba ir a repostar nuestros estómagos así que nos dirigimos al Santuario de la Virgen de la Fuente, con nuestro jolgorio habitual, para tal menester (y donde por fin Mitja se comió un conejo).
Ante una fuente de agua cristalina y pura... mejor es el vino que el agua.

Una "Mini" siesta y rumbo a La Fresneda que aún nos quedaban cosas por visitar...
Mini Siesta.

La Iglesia, el Castillo, la cárcel del S.XVI (la de los feos) y la de lujo...
Plaza Mayor de La Fresneda.


Con apacarcamiento exclusivo.

Después de las vistas nos pusimos de nuevo en marcha hasta llegar a Valderrobres dónde nos esperaba una suculenta cena, unos cacharricos por los garitos de la villa y un buen hotel en el que pasar la noche para continuar con la excursión al día siguiente. No haremos comentarios sobre la fauna y flora autóctonas ni tampoco de que Mitja es un rompe matrimonios.
Clásica vista de Valderrobres con la también lamentablemente clásica, grúa ibérica.

Al día siguiente continuamos la visita por Valderrobres acompañados por nuestro guía que armado de paciencia (como también lo hicieron los de los otros pueblos que visitamos) nos enseñó sus lugares más pintorescos e interesantes.
Más paciente que el Santo Job.

Y por fin llegamos al final de la excursión del octavo aniversario, eso sí no podía faltar otra paradica para reponer fuerzas. Así que en Calaceite cayeron unas judías con arenque que hicieron que los Minis tuvieran más "fuerza de propulsión" para la vuelta.
Rumbo a casa, la excursión ha sido un éxito y no se ha roto nada.


Too lazy to write in English this time, sorry.